¿Quiénes son los humala y qué buscan? - LA REBELIÓN ETNOCACERISTA
    jugueterabioso: Walter Chávez - enero 2004

Antauro Humala

Los Humala creen que las élites peruanas han sometido a su país al capital extranjero, lo han corrompido y vendido, propiciando lo que llaman “un estado de amariconamiento general del Perú”. Su Plan de Gobierno para el 2006 propone: “Reestablecer el Decreto Dictatorial de Enero de 1824 de (Simón) Bolívar que castiga con la pena de muerte el robo de los bienes públicos”

  • El clima de descomposición política que vive el Perú posfujimori y posguerra senderista se vio agravado por la toma armada de una comisaría a manos de un movimiento populista liderado por los hermanos Antauro y Ollanta Humala, para exigir la renuncia del presidente Alejandro Toledo

    A penas habían transcurrido los primeros minutos del nuevo año, cuando Antauro Humala, al mando de una centena de seguidores, tomó por asalto el puesto policial de Andahuaylas una ciudad andina, ubicada al sur del Perú para exigir “la renuncia del presidente de la República por corrupto e incapaz”.

    En esos momentos el presidente peruano Alejandro Toledo y algunos de sus ministros más cercanos vacacionaban en Punta Sal, un balneario del norte del Perú. Recién fueron informados cinco horas más tarde, cuando la crisis había alcanzado su mayor gravedad.

    Los seguidores de Humala se apoderaron de unos 80 fusiles de asalto y cientos de granadas de guerra; eso les permitió hacerse fuertes en las calles adyacentes al puesto policial y horas más tarde, cuando el gobierno ordeno a las fuerzas policiales y militares cerrar un cerco en torno a los insurrectos, estos respondieron con contundencia causando la muerte de cuatro agentes policiales.

    ¿QUIENES SON LOS HUMALA?
    Ante la insurrección, el gobierno peruano y la prensa redujeron los hechos a un mero asunto policial y trataron, más bien, de difundir la idea de que el rebelde Antauro Humala y sus seguidores eran parte de un pequeño cuerpo “ultra-nacionalista”, de “fascistas” y “aventureros violentistas”.

    El 29 de octubre de 2000, tres meses después de que Alberto Fujimori asumiera la presidencia por tercera vez consecutiva mediante elecciones fraudulentas los hermanos Ollanta y Antauro Humala encabezaron una rebelión militar en el sur del Perú argumentando que Fujimori, su asesor Vladimiro Montesinos hoy preso por múltiples denuncias de corrupción y el alto mando militar habían “degenerado al ejercito peruano”, comprometiéndolo en tráfico de drogas y corrupción. Por ello, los Humala Antauro era comandante en retiro y Ollanta, jefe del regimiento de artillería 501 decidieron rebelarse y, al mando de 69 hombres, emprendieron “una marcha de remembranza etnocacerista a fin de reeducar a mis soldados en el calor del pueblo del que somos parte”.

    En ese momento, la escasa prensa opositora que había en el Perú vio con buenos ojos a estos militares rebeldes que habían roto la sumisión del ejército al poder fujimorista, luego de nueve años de dictadura embozada. Aunque la rebelión duró pocos días, después de que el dictador Alberto Fujimori huyera a Japón, los hermanos Humala fueron amnistiados. Ollanta recuperó su lugar en el ejército poco después fue enviado como asesor militar a la Embajada del Perú en París y luego a Seul y Antauro, apoyado en su popularidad, se dedicó a formar un grupo político bajo la inspiración de Andrés Avelino Cáceres.

    Ollanta y Antauro fueron educados por don Isaac Humala, su padre, bajo una férrea disciplina. Desde pequeños recibieron lecciones intensas de marxismo y de historia del Perú y aprendieron el quechua lengua de la región andina peruana. A esos pertrechos intelectuales se sumaron, en la etapa en que fueron cadetes, las doctrinas de los militares nacionalistas peruanos, como Andrés Avelino Cáceres, también llamado en los libros de historia “el brujo de los Andes”. Luego de que el ejército peruano fuera vencido por Chile, en la Guerra del Pacífico (1789), el Mariscal Cáceres organizó una guerra de guerrillas en los Andes peruanos, llamada “la Campaña de la Breña” y hostigo una y otra, vez al invasor chileno.

    Estos son los orígenes del denominado etnocacerismo, la ideología que sostiene el Movimiento Nacionalista Patriótico (MNP), el movimiento político de los Humala. “El etnocacerismo es simplemente el nacionalismo en versión castrense… la palabra etnocacerismo vincula dos acepciones, la etnia y Cáceres. Escogimos a Andrés Avelino Cáceres porque dentro de la historia militar es el único que hace una doctrina castrense eminentemente y es la única que ha dado resultados eficientes: la Campaña de la Brea. Y la etnia por que simplemente se refiere a nuestra estirpe ancestral”, según ha precisado Antauro Humala.

    LEER HISTORIA Y LITERATURA CLÁSICA PERUANA
    El MNP es quizás el único partido político de toda Latinoamérica y tal vez del mundo que en sus estatutos establece la lectura como principal deber de sus militantes: “Ser lector crítico preferentemente de la historia y literatura clásica peruana, y estudioso de las potencialidades de su localidad, provincia y región”.

    Y es que los Humala creen que la miseria en que viven los peruanos, la corrupción del aparato estatal y el entreguismo de las élites dirigentes que privatizaron los recursos con la imposición de medidas extranjerizantes desde la época de la Colonia hasta hoy como las privatizaciones neoliberales de los años 90 sólo pudieron llevarse a cabo gracias a la inacción política de los sectores subalternos, producto de la ignorancia, una versión popular de la tesis marxista de la conciencia enajenada.

    Por eso, los líderes del MNP consideran que leer la historia, reencontrase con el pasado con “el esplendor incaico” es una vía liberadora. Es una exigencia para todo militante de su movimiento, “el Historicismo o reconocimiento de la gran cultura del Antiguo Perú o incario como cimiento milenario de la peruanidad”, sostienen sus estatutos.

    El movimiento de los Ollanta encontró a sus primeros militantes en los soldados de la reserva los llamados reservistas, pero luego fue creciendo al punto de que hace pocos meses una encuesta le daba un 6% de opción en vistas a las elecciones generales del 2006.

    Para las élites peruanas que en los 90 vivieron en complicidad con la dictadura fujimorista, que corrompió a intelectuales, grupos mediáticos e incluso sobornó al temible líder del movimiento maoísta Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, para que pusiera fin a la guerra popular el movimiento de los Humala, independientemente de su poder de convocatoria y de que vaya a lograr adhesiones como para ganar una elección, resulta sumamente incómodo. La “gran prensa”, ha luchado encarnizadamente contra los Humala, recurrentemente los acusaron de “armamentistas”, “ultranacionalistas”, “terroristas” y “fascistas”.

    El MNP, desde su principal órgano de difusión, el periódico Ollanta un medio sensacionalista que sus militantes venden por decenas de miles en todo el país ha desatado una sostenida campaña en la que se ataca por igual al imperialismo norteamericano, a los militares corruptos, los políticos y sus negocios, los empresarios neoliberales, los intelectuales asalariados del poder y, principalmente, al presidente Alejandro Toledo, a quien llaman “el cocainómano de Palacio”.

    Y como si esto no bastara, los etnocaceristas proponen como principal método de lucha contra los corruptos y los “vende patrias” la pena de muerte, el fusilamiento sumario. El tercer punto de su Plan de Gobierno para el 2006 puntualiza: “Reestablecer el Decreto Dictatorial de Enero de 1824 de (Simón) Bolívar que castiga con la pena de muerte el robo de los bienes públicos”.

    En lo económico, el MNP propugna la autonomía alimentaría del Perú, potenciar el cultivo de la coca, el fin de la importación de alimentos, terminar con el contrabando que perjudica a la industria nacional, nacionalizar los recurso naturales, y la constitución de la Academia de Ciencias del Perú, centro que debería formar intelectuales, ingenieros y técnicos nacionalistas que, en el futuro, proyecten el desarrollo de su país.

    El etnocacerismo es un populismo radical que toma retazos de antiimperialistas, militarismo, indigenismo, bolivarianismo, etc. y los refunde en un credo nacionalista que promete acabar con las oligarquías y las élites blancoides para empoderar a los subalternos, a los mestizos, a los herederos del incanato, a los cholos.

    Los etnocaceristas encontraron terreno fértil en un país postdictadura, sumamente empobrecido, donde los partidos políticos están totalmente desintegrados, los movimientos sindicales no tienen poder, con una izquierda fragmentada y, en algunos casos, asimilada al modelo neoliberal, un presidente que gobierna con una popularidad menor al 6%, denunciado por la gran prensa por corrupto, nepotista e incapaz a este clima de descomposición los Humala han tipificado como “un estado de amariconamiento general” que vive el Perú y una economía altamente controlada por los capitales extranjeros.

    Hay, evidentemente, una fuerte carga mesiánica en su discurso, asunto que, por otra parte, cae muy bien en las regiones andinas peruanas. Los Humala tienen como proyecto político de largo plazo la conformación de la gran Andinoamérica una suerte de reunificación moderna del incanato que estaría compuesta por Ecuador, Perú y Bolivia. Precisamente, en muchos de sus documentos, los etnocaceristas confían en que los indígenas del Ecuador consoliden su movimiento político; así como esperan que Evo Morales tome la presidencia de Bolivia el 2007.

    HUMALA A LA CÁRCEL
    Antauro Humala finalmente se rindió el 4 de enero. Sus hombres entregaron las armas y él fue detenido, acusado de “terrorismo”. En la práctica no logró nada, el presidente Toledo se negó completamente a negociar cualquier condición exigida por los rebeldes. El único rédito que obtuvo el MNP fue propagandístico.

    Por ahora, el futuro de Antauro Humala es incierto. Ollanta, que todavía cumple funciones en la embajada peruana de Seul, no participó en la insurrección. No han faltado las voces que han alertado al gobierno de Alejandro Toledo para que no convierta a los etnocaceristas en un movimiento que desde la victimización retome fuerzas para avanzar políticamente, como ocurrió con el venezolano Hugo Chávez o el ecuatoriano Lucio Gutiérrez, que después de intentar un golpe de Estado formaron su propio partido político y llegaron a la presidencia.

    Estas alarmas no están demás si bien los etnocaceristas hasta hoy apenas han podido balbucear un proyecto político a través de consignas radicales, lo cierto es que son el único movimiento que en la práctica ha llamado la atención a los sectores populares peruanos con su discurso claramente antiimperialista, indigenista y antineoliberal, precisamente hoy que los vientos soplan hacia la izquierda en Latinoamérica; mientras en el Perú, las encuestas barajan como principal alternativa política el regreso del dictador Alberto Fujimori.

    El tiempo dirá si la prisión terminara ablandando a Antauro Humala, el ex militar que ha prometido “acabar de una vez y para siempre con el amariconamiento” en el que han caído los peruanos. Aunque, como ya lo enseñó la historia más de una vez, a los populistas la cárcel les sienta muy bien.

v o l v e r