Abancay: El primer muerto de la guerra aprista contra el fundamentalismo andino

Yásser Gómez / Revista Mariátegui

Si el genocida George W. Bush ha perdido la guerra en Irak, podemos decir que Alan García perderá la suya defendiendo el orden neoliberal en los Andes. Y que pronto declarará a casi todas los regiones del Perú en Estado de Emergencia. Porque el “fundamentalismo andino” ya inició su escalada de protestas en Abancay y Puno. Y el APRA sigue demostrando que, no titubea en masacrar al pueblo para defender sus intereses.

Cirilo Tuero Alarcón, taxista y estudiante de un instituto, fue uno de los más de cinco mil pobladores de la ciudad sur andina de Abancay que salieron a protestar contra la presidenta regional de Apurímac, Rosa Suárez Aliaga, quien iba a transferir indebidamente un millón de soles a la vecina Andahuaylas, cuando esta cantidad, estaba destinada a Abancay.

El miércoles tras varios días de marchas, los ánimos se encendieron y la muchedumbre decidió tomar la sede del Gobierno Regional de Apurímac. Motivo suficiente para que la policía peruana por órdenes del Ministerio del Interior primero, dispare gases lacrimógenos contra los manifestantes, para que luego ante la resistencia de estos a retroceder, se iniciara una cobarde balacera dirigida a los cuerpos de los pobladores.

Los disparos sin piedad provocaron decenas de heridos de gravedad como Danny Valer Basilio, quien ha quedado con la mitad del cuerpo paralizado, el periodista de Abancay, Wilman Caychigua, quien presenta un impacto de bala en el maxilar inferior y Rudy Mejía Ochoa, a quien una bala le destruyó los huesos del pie. Pero el que llevó la peor parte, fue Tuero Alarcón, quien cayó al piso, luego de que un proyectil se le alojara en el cráneo y provocara la exposición de la masa encefálica. En ese estado, fue llevado al Cusco, donde luego de varios días de ser tratado en el área de cuidados intensivos del hospital Antonio Lorena, falleció.

En declaraciones a la prensa, el ex presidente regional de Apurímac, Luis Ibarra Pacheco, narraba la brutal represión policial. “Cuando se llegaba a un clima de pacificación, tras la suspensión temporal de Suárez, por parte de los siete consejeros regionales, la policía, lejos de apaciguar los ánimos, quiso ordenar un retiro brusco de los pobladores y, al registrarse roces, empezó a lanzar bombas lacrimógenas para dispersar a la gente que, obviamente, reaccionó lanzando piedras. Es allí donde se produce la balacera; la policía disparó a mansalva a la gente”.

Mientras en Lima, la banda aprista amotinada en Palacio de Gobierno, horrorizada declaraba en Estado de Emergencia la región Apurímac por treinta días, quedando suspendidas todas las garantías civiles. Y el presidente del Consejo de Ministros, Jorge del Castillo, daba cuenta de destrozos causados por los manifestantes de Abancay en diversas comisarías, amenazando con encerrarlos en prisión no menos de ocho años. Así mismo, Del Castillo no pudo esconder su pánico al rememorar el Andahuaylazo etnocacerista 2005. “Aprovechando estos movimientos violentistas, se ha querido repetir el Andahuaylazo con la toma de comisarías. No vamos a permitir otro Andahuaylazo, por eso investigaremos a los grupos extremistas que quisieron aprovechar los enfrentamientos entre bandos políticos y azuzaron a las turbas, para la toma de comisarías de la región. La policía ha actuado de acuerdo con la ley”.

Por otro lado, la ministra del Interior, Pilar Mazzeti, en una conferencia de prensa, daba un fantasioso saldo de casi un centenar de policías heridos, “muchos de ellos de bala”. Cuando los manifestantes sólo utilizaron piedras para defenderse. El velatorio de los restos de Cirilo Tuero se realizó en la Plaza de Armas de Abancay acompañado de cientos de pobladores, quienes al mismo tiempo promovieron una colecta de dinero, para que ayude en algo a su pareja y a los dos hijos que Cirilo deja en la orfandad.

Por su parte, el padre de la víctima, Santos Tuero, responsabilizó del asesinato a la presidenta regional de Apurímac, Rosa Suárez Aliaga, y a la Policía Nacional del Perú. Aseguró que un policía le disparó de cerca a su hijo, cuando este se encontraba en el suelo.

Unos kilómetros más allá de Abancay, en el altiplano, precisamente en la región Puno, el candidato a la presidencia regional por Avanza País, Hernán Fuentes Guzmán, indignado por un supuesto fraude de parte de las agrupaciones PDR y el APRA, convocó a dos días de paro en la región, que dejó como saldo decenas de detenidos.

Luego de las contundentes manifestaciones y ante el virtual obtención de la presidencia regional, se calmaron las movilizaciones para pedir la libertad de los detenidos. Pero esto no quedó ahí, pues los medios de desinformación también metieron sus sucias manos en la noticia.

Luego que Fuentes Guzmán declarara su simpatía por Antauro Humala, Hugo Chávez, el Movimiento Etnocacerista y pidiera la liberación de los presos políticos etnocaceristas, utilizando declaraciones de una autoridad policial local, intentaron vincularlo a supuestos grupos extremistas de izquierda casi terroristas. Así mismo, cuestionaron que el candidato de Avanza País, obtenga la presidencia regional con “sólo” el 18% de la votación, cuando siempre omiten que el ladrón y genocida Alan García, está en el poder con el 22% que obtuvo en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, haciéndole fraude a la candidata Lourdes Flores de Unidad Nacional, para pasar a la segunda vuelta, donde también le hizo fraude a Ollanta Humala, con la complicidad del toledismo y la embajada norteamericana en Lima y hoy está sentado en Palacio de Gobierno, dirigiendo masacres como las de Abancay.

Porque tal vez, Alan García sienta, que ese sur andino que lo rechazó abrumadoramente con su voto, en las últimas elecciones presidenciales, sea el mismo que lo saque del poder. Por eso, con la creatividad prestada de la Casa Blanca, anticipadamente lo denominó “fundamentalismo andino”, una pesadilla que lo atormentará el tiempo que dure su gobierno.

V o l v e r