El fingido antiimperialismo del gobierno del MAS

Miguel Lora Ortuño Bolpress
El Ministro de la Presidencia denunció que el 70% de la ayuda norteamericana sirve para potenciar a la oposición de derecha. El Presidente declaró que las embajadas que se inmiscuyan en la política interna del país serán invitadas a irse. El fingido antiimperialismo fue corregido por el Vicepresidente en su reciente viaje a Washington.

Vicepresidente boliviano Álvaro García LineraEs evidente que el imperialismo distribuye ayuda económica a sus colonias con fuertes condicionamientos políticos. La denuncia lanzada con espectacularidad mediática precisamente en este momento estaba orientada a servir como cortina de humo para tapar la difícil situación del oficialismo en la Constituyente cercada por movilizaciones populares en torno al problema de la capitalidad plena que exige Chuquisaca.

Sin embargo, había la necesidad de dar satisfacciones al protector, pues la denuncia no pasó desapercibida para diplomacia norteamericana. Como de costumbre, el trabajo fue encargado a García Linera.

Una vez que García Linera pisó suelo norteamericano, y después de entrevistarse con personeros de la administración de Busch y algunos senadores, convocó a una conferencia de prensa donde cambió totalmente el discurso agresivo de Quintana y Morales.

Ante la sorpresa de la prensa, empezó señalando que el gobierno boliviano está “agradecido” por la ayuda norteamericana y señaló que su presencia en ese país tenía la finalidad de afianzar las relaciones económicas entre ambos países.

Cuando la prensa insistentemente consultó sobre la denuncia de ingerencia política, García señaló que se trata solamente de algunos “indicios” que el gobierno norteamericano se ha comprometido investigar, etc.

Esta conducta de uno de los personajes supuestamente más lúcidos de la administración masista revela la verdadera naturaleza del gobierno: lacayo de los gringos e irresponsablemente demagogo que insiste en tomar el pelo a las “organizaciones sociales” con su fingido antiimperialismo.

La guerra civil: un espantajo para asustar a los ingenuos
Ambos son la criatura de la misma madre, de la clase dominante nativa y del imperialismo. Por tanto, la diferencia que existe entre ellos no es cualitativa sino de grado, la media luna representa a una derecha cavernaria y racista y el MAS es la expresión de un reformismo burgués demagógico.

Los motivos de las contradicción entre ambos extremos de la política burguesa no tocan a lo esencial de la lucha de clases, o sea al destino de la propiedad privada. Ni siquiera representa los intereses materiales distintos entre dos sectores de la clase dominante que plantean perspectivas políticas diferentes como ocurrió, por ejemplo, en la guerra de secesión norteamericana o la revolución federal en Bolivia a fines del siglo XIX.

En el primer acontecimiento, una capa de la clase dominante norteamericana asentada en el norte que busca la transformación industrial encuentra un obstáculo en la otra asentada en el sur que vive explotando en condiciones de esclavitud a los negros.

Algo parecido pasa con la revolución federal en Bolivia, pero que, por la tardía incorporación del país al capitalismo, cuando ya ha entrado a su ciclo imperialista, no permite que la victoria de los liberales signifique un salto adelante en el desarrollo hacia un capitalismo próspero y que los conservadores del sur, cuya economía se basa en la explotación del indio, sobrevivan rumiando su derrota.

¿Cuáles son las diferencias materiales que plantean perspectivas políticas opuestas entre la media luna y el gobierno del MAS? Ninguna. La clase dominante boliviana se ha agotado políticamente, en sus dos expresiones, porque ya no tiene ninguna posibilidad de plantear una salida burguesa al problema capital del atraso del país.

Las discrepancias entre ellos giran en torno a intereses mezquinos: los terratenientes de Oriente no quieren ser fiscalizados por el Estado en la tenencia de sus tierras y los empresarios buscan seguir chupando la sangre de los trabajadores. Por el otro lado, el gobierno del MAS busca potenciar y perpetuar el régimen de la propiedad privada asegurando quedarse en el gobierno ilimitadamente, generar una nueva burguesía andinoamazónica a partir del desarrollo de la pequeña propiedad privada, perspectiva inviable y subjetiva desde todo punto de vista esta altura del desarrollo del capitalismo.

Hablar en estas condiciones de la posibilidad de la guerra civil para asustar a los explotados y a los ingenuos es una impostura. Los logieros de la media luna y el gobierno del MAS, llegado el momento, cuando los explotados se tornen en un peligro para los intereses materiales de la clase dominante y del imperialismo, encontrarán las formas del soñado “consenso” para superar sus actuales diferencias mezquinas.

A combatir la pegajosa terminología reformista
Los reformistas se refieren a las logias derechistas de la media luna atribuyéndoles el adjetivo de “oligarcas”. De manera sugestiva, algunos compañeros, sin ninguna actitud reflexiva, se suman a esta terminología reformista. Parece inofensiva esta observación pero encierra un contenido político muy claro.

Para el reformismo burgués la clase dominante está dividida en dos capas: una, la burguesía comercial “oligárquica”, que actúa como cabeza de puente de la opresión imperialista en el país y la otra, la burguesía industrial, que es “progresista, antiimperialista y patriótica”. Esta falsa caracterización de la clase dominante nativa les lleva a plantear su estrategia política que consiste en concebir una primera etapa de la revolución democrática y burguesa bajo la forma de “gobierno democrático, popular y antiimperialista” que tiene la finalidad de lograr el pleno desarrollo capitalista en el país.

Para una correcta interpretación de la estructura clasista del país, la clase dominante boliviana está conformada por una burguesía nativa miserable y su destino, en su conjunto, es terminar sirviendo al opresor foráneo.

Esto ya no es cuestión de teoría, la experiencia concreta del desarrollo social boliviano nos ha permitido constatar hasta la saciedad esta evidencia. Es preciso asimilar el proceso de la experiencia liberal a principio del siglo XIX que, de inicio, aparece como librecambismo y como agente del capital financiero imperialista; luego, la experiencia del nacionalismo de contenido burgués encarnado en el MNR, que habiendo empezado como radical antiimperialista, ha terminado como agente de la potencia del norte y ha sido el instrumento de la entrega de los recursos naturales a las transnacionales y de la destrucción de las empresas estatales del país.

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