Detengamos de inmediato el acaparamiento de tierras
    Digamos NO a los principios promovidos por el Banco Mundial sobre inversiones agrícolas “responsables”

grain.org
Inversionistas oficiales y privados —de Citadel Capital a Goldman Sachs— están rentando o comprando decenas de millones de hectáreas de buenas tierras de cultivo en Asia, África y América Latina para producir alimentos y agrocombustibles.

Este acaparamiento de tierras es una grave amenaza a la soberanía alimentaria de nuestros pueblos y al derecho a la alimentación de nuestras comunidades rurales.

En respuesta a esta nueva ola de acaparamiento de tierra, el Banco Mundial (BM) está promoviendo una serie de siete principios para hacer que estas inversiones tengan éxito.

CapitalismoLa Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo de la Agricultura (FIDA) y la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (conocida como UNCTAD por sus siglas en inglés) han accedido a unirse al BM para impulsar colectivamente estos principios. Su punto de partida es el hecho de que la actual fiebre del sector privado por comprar tierras agrícolas es arriesgada.

El BM acaba de terminar un estudio que muestra la magnitud de esta tendencia y su interés central en la transferencia de derechos sobre tierras agrícolas en los países en desarrollo a inversionistas extranjeros.

El BM parece convencido de que cualquier flujo de capital privado que expanda los agronegocios transnacionales donde aún no hayan penetrado es bueno y debe permitírsele proseguir, de tal modo que el sector corporativo pueda extraer más riqueza del campo.

Dado que estos negocios de inversión están anclados en una privatización masiva y en la transferencia de derechos sobre la tierra, el BM quiere cumplir unos cuantos criterios para reducir los riesgos de inesperadas reacciones sociales: “respetar” los derechos de los actuales usuarios a la tierra, el agua y otros recursos (pagándoles alguna indemnización), proteger y mejorar los medios de vida a nivel familiar y de la comunidad (proporcionando empleos y otros servicios) y no dañar el ambiente. Éstas son las ideas centrales tras los siete principios del BM para lograr un acaparamiento de tierras “socialmente aceptable”.

Estos principios no cumplirán sus aparentes objetivos. Más bien son una jugada que intenta legitimar el acaparamiento de tierras. Facilitar que corporaciones (nacionales o extranjeras) se apoderen a largo plazo de las tierras agrícolas de las comunidades rurales es totalmente inaceptable, no importa qué lineamientos se sigan.

Los principios del BM, que serían totalmente voluntarios, intentan distraer del hecho de que la crisis alimentaria global de hoy en día con la cifra récord de más de mil millones de personas sufriendo hambre, no será resuelta por la agricultura industrial a gran escala que van a aplicar prácticamente todos los inversionistas que están adquiriendo tierra.

El acaparamiento de tierras comenzó a intensificarse en muchos países durante los últimos diez a quince años con la adopción de las políticas de desregulación, los acuerdos de comercio e inversión, y las reformas en la gobernanza orientadas al mercado.

Las recientes crisis alimentaria y financiera aumentaron el ímpetu de esta oleada de acaparamientos de tierra por parte de gobiernos e inversionistas financieros que intentan asegurar una capacidad de producción agrícola y existencias alimentarias futuras, así como activos que con toda seguridad les rindan grandes dividendos. Gobiernos pudientes andan en busca de tierras agrícolas en el extranjero para alimentar sus poblaciones y sus industrias nacionales.

Al mismo tiempo, las corporaciones están a la caza de concesiones económicas de largo plazo para instalar plantaciones agrícolas y producir agrocombustibles, caucho, aceites, etc. Esta tendencia también es palpable en zonas costeras en las que la tierra y los recursos marinos e hídricos están siendo vendidos, alquilados o cedidos a inversionistas en turismo y élites locales en detrimento de las comunidades costeras y de pescadores.

De un modo o de otro, las tierras de cultivo y los bosques son arrebatados, con fines comerciales, de los/as pequeños/as productores/as, de los/as pescadores/as y los/as pastores/as, lo que conduce al desplazamiento, al hambre y a la pobreza.

Con el reciente acaparamiento de tierras agrícolas, el paradigma de la globalización ha llegado a una nueva etapa que socavará la libre determinación de los pueblos, su soberanía alimentaria y su subsistencia de una manera inédita. El BM ve la tierra, y los derechos agrarios, como un activo clave para las corporaciones que buscan altos dividendos de su capital, ya que la tierra no es sólo la base para producir alimentos y materias primas para la nueva economía agro-energética, sino también una piedra angular para capturar agua.

EL BM, los gobiernos y las corporaciones están revaluando la tierra en términos meramente económicos, y de paso están negando la multifuncionalidad y los valores ecológicos, sociales y culturales ligados con la tierra. Por tanto, ahora es más importante que nunca que defendamos estos recursos de la predación de gobiernos y corporaciones de manera que estén disponibles para quienes los necesitan para alimentarse sustentablemente a sí mismos y a otros; y para sobrevivir como comunidades y sociedades.

El acaparamiento de tierras —aun en los casos en que no hubiera desalojos forzosos — le niega la tierra a las comunidades locales, destruye modos de vida, reduce el espacio político para las políticas agrícolas orientadas al campesinado y distorsiona los mercados hacia una concentración más y más grande de los intereses de las agroempresas y del comercio global, en lugar de promover una agricultura campesina sustentable para los mercados locales y nacionales y para las futuras generaciones.

También acelerará la destrucción de los ecosistemas y la crisis climática a causa de la producción agrícola industrial de monocultivos para la cual serán usadas muchas de las tierras adquiridas.

Promover o permitir el acaparamiento de tierras viola el Pacto Internacional sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC), y socava la Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. El acaparamiento de tierras ignora los principios adoptados por la Conferencia Internacional sobre Reforma Agraria y Desarrollo Rural (CIRADR) del 2006 y las recomendaciones hechas por la Evaluación Internacional del Papel del Conocimiento, la Ciencia y la Tecnología en el Desarrollo Agrícola (IAASTD)

El acaparamiento de tierras debe terminar de inmediato. Los principios del BM pretenden crear la ilusión de que se pueden evitar las consecuencias desastrosas. Las organizaciones campesinas y de pueblos indígenas, los movimientos sociales y los grupos de la sociedad civil están ampliamente de acuerdo en que lo que realmente necesitamos es:

  • Mantener la tierra en manos de las comunidades locales e implementar una reforma agraria genuina, con el fin de asegurar un acceso equitativo a la tierra y a los recursos naturales.
  • Apoyar fuertemente la agricultura campesina, la pesca y el pastoreo agroecológicos de pequeña escala, incluyendo capacitación e investigación participativa, de manera que los/as proveedores/as de alimentos puedan producirlos de manera abundante, sana y segura para todos/as.
  • Cambiar profundamente las políticas agrícolas y comerciales con el fin de adoptar la soberanía alimentaria y apoyar los mercados locales y regionales en los que la gente pueda participar y beneficiarse de ello.
  • Promover sistemas agrícolas y alimentarios basados en el control local de las comunidades sobre la tierra, el agua y la biodiversidad. Implementar efectivamente regulación obligatoria y estricta que limite el acceso de las corporaciones y otros actores poderosos tanto gubernamentales como privados a tierras agrícolas, de pastoreo, costeras, boques y humedales.

    ¡Ningún principio en el mundo puede justificar el acaparamiento de tierras!

    La Vía Campesina – FIAN – Land Research Action Network – GRAIN

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