El Tinku, la pelea por la vida

Coco Manto: cambio.bo
Fueron los encomenderos españoles los que trastocaron la esencia cultural y competitiva del Tinku. La volvieron Cha’jhua, guerra sanguinaria entre los diversos, práctica violenta que perduró hasta muy entrado el siglo XX. El enfrentamiento ritual entre laymis y jukumanis en el norte de Potosí, por ejemplo, se volvió referencia de la crueldad entre originarios.

Tinku, encuentroSin más méritos que la aventura de llegar a tierra de indios y creer que por ese hecho podían apoderarse de tierras labrantías, haciendas, parajes mineros de plata y oro, los conquistadores que uncían hombres, enterados de la pulseta inmemorial, alentaron el odio y el rencor de los comunarios para mantener sus privilegios, según asevera uno de los más documentados cronistas del Tinku, Tito Burgoa Coria, quien fija la capital de esa danza guerrera en Macha.

Alentados por la Corona y la Iglesia —trabuco y cruz— los ibéricos, sabedores de la práctica ritual con despliegue físico del Tinku, adiestraron a sus dominados en la guerra de exterminio intracomunal, sin enseñarles, empero, el uso de armas de fuego, que podía revertírseles, ni la doma y manejo del caballo.

Desde el siglo 16, los ibéricos convirtieron el Tinku en asonada tumultuaria contra los ayllus que se resistían al despojo de sus bienes y derechos. Los indios fueron apodados “quíchuas” por los españoles, porque aquellos conjugaban el verbo robar en todos los modos y tiempos de la impotencia: quichúan, me quita; quichuasancu, me despojan; quichuanña, me ha robado…

Los cronistas Ludovico Bertonio, autor de un Vocabulario de la Lengua Aymara, y Diego González Holguín en su Diccionario Quíchua, insinúan, que no denuncian, esos extremos de despojo con violencia.

Pero el Tinku viene desde el trasfondo del Abya Yala, primer nombre de la patria común hemisférica. Viene de antes incluso de que los incas invadieran el Alto Perú. En los señoríos Charcas, Qhara Qhara, Chichas, Chuy, Quillacas y Asanaquis, los pueblos originarios convivían fieles a la dualidad que nos integra y encuentra: luz-sombra, arriba-abajo, alto-bajo, hambre-saciedad, frío-calor, salud, enfermedad, etcétera.

El Tinku era la pugna de las parcialidades en los contrastantes ángulos humanos y naturales. Tinku para la reciprocidad, no para la contradicción; en la rivalidad no enemistada; en la lucha sin exterminio…

Por eso hoy, cuando dos rivales terminan de enfrentarse a golpes, se abrazan y beben chicha juntos. Los danzantes de Tinku creían (creen hoy) que no puede haber vida si no hay contraste. Parten, a fuerza de ser repetitivos, de la realidad: warmi (mujer) y q’ari (hombre), p’unchay (día) y ch’isi (noche).

Quichuismo por Encuentro, el Tinku representa el ensamble de las parcialidades para confirmar, mitad y mitad, la identidad grupal en cuerpo y alma. Es una demostración de danzas y coplas con orgullo regional, juegos y peleas de los jóvenes con fuerza y destrezas en pos de ganar prestigio y respeto en su comunidad.

No tiene el Tinku destino final de muerte, como dicen los periodistas del amarillismo, al mostrar a los indios como seres inferiores. El Tinku es ocasión para dirimir naturales diferencias pasajeras.

El 3 de mayo es el Día del Tinku en las 9 regiones del norte potosino; en esa fecha, que la iglesia celebra la Santa Cruz, los indios levantan la Chakana, la inmemorial cruz andina, símbolo también del Tinku.

Tinkucuna (encontrémonos), tinkuhuay (encuéntrame), tinkusq’ayqui (te encontraré…) Duelo amistoso entre urkusuyus y umasuyus (montañeses y vallunos), aransayas y urinsayas (arribeños y abajeños). Distinta región topográfica, misma realidad social, igual trascendencia humana.

Tinku para la consolidación anímica y física de los contendientes que medían fuerzas con sus pares a fin de merecer la admiración o el amor de las mujeres.

Nuestros cronistas, con Burgoa al frente, recuperan las palabras de ellas frente a las dubitaciones del varón: “¡Yaycuy tinkuman! ¿Q’arichu canqui u manachu?” (¡Entra al Tinku! ¿Eres hombre o no?) Y luego, cuando la sangre mana en el fragor de la lucha cuerpo a cuerpo, todos coinciden en que será absorbida por la Pachamama para reinyectarse en el cuerpo terrestre de las cosechas. Así, el Tinku es una danza de celebración andina que mantiene su rol de “igualador” de identidades.

“Somos iguales, pero distintos; diversos, pero integrados”. Tesis plurinacional del Estado boliviano. Fiesta del color, valor y calor originarios, con la música ceremonial de los jula-julas y la tonadas prosaicas de los charangos.

De esto se ha de hablar el domingo 31 de julio cuando ocurra el “Evento Mundial Tinku 100% Boliviano” generado por la Organización Boliviana para la Defensa del Folklore (Obdeco) y Radio “Pasión” de La Paz en unas 50 ciudades del mundo, con el pleno apoyo de las embajadas.

Los bolivianos de la diáspora exhibirán la colorida indumentaria de los tusujtinkus y proclamarán en unas 50 ciudades la génesis quichuaymara del Tinku para afrontar al plagio vil y servil. El tinku-encuentro, el Tinkuentro.

V o l v e r