Ni humilde ni soberbio, revolucionario

La oposición usa el falso discurso de la humildad y la soberbia echando mano de palabras del acervo de la religión como parte de su argumentación política.

Camilo Katari/Escritor e historiador potosino
En el idioma aymara o quechua no existe la palabra ‘humildad’, el origen de esta palabra se encuentra en el latín y tiene que ver con la sumisión, se sostiene que es la acción de humillar (postrarse en el suelo) la que diferencia a los dioses de los humanos. Entonces cuando se pide al Presidente que sea ‘humilde’ se refiere a que ¿debe arrodillarse frente a los poderosos?

Humillarse. Ilustración: katari.orgLa religión, que vino junto con los arcabuces y las espadas, utilizaba en su prédica la ‘humildad’ como un atributo de los indígenas, es decir que deberían estar sometidos y postrados a los pies de los reyes y sus representantes.

Túpac Katari se levantó justamente para romper esta ‘humildad’, que hasta ahora es parte de la política colonial. ¿Cómo es posible que un diputado representante de los pueblos originarios sugiera que estemos otra vez sometidos?

Las declaraciones del diputado que pide más humildad son una muestra de cómo se piensa desde la colonialidad, esa especie de enfermedad que aniquila la identidad y obliga a pensar como el colonizador es una muestra del largo camino que tenemos que recorrer para descolonizar el Estado y la sociedad.

Últimamente se escucha repetir los viejos discursos políticos, olvidando que estamos en pleno proceso de cambio, lo asuman o no lo asuman en su visión cabal este concepto.

Locutores de radio, presentadores de televisión, la cooperación internacional y algunos organismos no gubernamentales (ONG) se encuentran esmerados en reflotar a viejos políticos y al mismo anquilosado sistema elitario de la política, lamentablemente muchos parlamentarios se dejan arrastrar por los bonitos discursos de políticos profesionales que trabajan solamente para mantener el viejo régimen.

Existen varios discursos que refuerzan la colonialidad, uno de ellos es el discurso de la ‘modernidad’, este discurso nos dice que debemos avanzar hacia el progreso, que debemos copiar el ‘modelo’ de los países del norte, pero cuando vemos lo que pasa en Europa y en Estados Unidos nos preguntamos ¿vale la pena copiar el modelo de esos países? Por supuesto que no, porque son sociedades que se olvidaron del ser humano y su relación con la naturaleza y todo su esfuerzo está dedicado a producir bienes materiales que luego se convierten en basura.

Otro discurso colonizador es de la vieja iglesia, esa iglesia que daba prédicas en latín que nadie entendía. Han pasado varias reformas, la iglesia ha declarado su opción por los más pobres, pero en muchas autoridades de la religión católica existe un pensamiento conservador que apoya a los más ricos y son tan amigos que bendicen sus negocios con agua bendita o con artículos y comentarios de prensa.

El discurso político de la oposición utiliza las palabras humildad y soberbia para referirse al Gobierno y como señalamos ambas palabras forman parte del acerbo de la religión católica y utilizada como argumento político.

En cambio, el carácter de un revolucionario se asimila en la vida, en la lucha constante de la confrontación social y política, pero con madurez y sobre todo con la plena convicción de lo que se dice y se hace. Ya lo dijo José Martí, aquel visionario cubano: “La mejor manera de decir es hacer”.

Son pues tiempos de confusión, donde las fuerzas conservadoras y la voluntad de cambio se enfrentan diariamente, es tarea de los representantes del pueblo guiar por el mejor sendero y no ser víctima del discurso colonizador.

V o l v e r