Wari, la fuerza subterránea

Fernando Huanacuni Mamani
Desde nuestra cosmovisión concebimos que existen varios planos, varias dimensiones; el manqhapacha (mundo de dentro), el akapacha (el mundo de aquí), el alaxpacha (el mundo de arriba); el kawkipacha (más allá de lo conocido) y el wiñaypacha (el mundo eterno en el que se encuentran todos los planos a la vez).

Concebimos también que hay vida en cada uno de estos planos y por lo tanto también seres que moran en cada uno de ellos. Así, en el manqhapacha mora wari, la fuerza interior, la fuerza subterránea.

Wari es un término aymara que también significa vicuña, y para nosotros la vicuña es un ejemplo de la vida en comunidad, en pareja, un ejemplo de cuidado del espacio en el que vive, un ejemplo de sabiduría, un ejemplo de conciencia.

dios de la coloniaA partir de la Colonia, los españoles equipararon el respeto que teníamos a wari a un culto al diablo, lo consideraron como una herejía. Bajo la política de “extirpación de idolatrías” intentaron por todos los medios de arrancar de nuestra forma de vida esta práctica tan arraigada sobre todo en quienes más contacto tienen con el manqhapacha; los hermanos mineros.

Aunque no lograron que olvidáramos nuestra relación con la fuerza interior, wari pasó a ser el tío y como muchos aspectos de nuestra cosmovisión su implicancia y real connotación quedaron sumergidas, ocultas, por lo que algunas generaciones fueron olvidando.

Sin embargo el minero nunca olvidó, nunca perdió ese respeto, esa interacción, siguió ‘ch’allándose’ y relacionándose con esta fuerza en el seno de la tierra.

La fuerza wari está ligada a principios como el tumpasiña (visitarse, no olvidarse), yanapasiña (ayudarse), uñjaña (velar, cuidar, preservar) y munaña (querer, amar con la fuerza del corazón).

Los mineros, casi en su totalidad de origen quechua aymara, siempre han sido la fuerza que ha determinado en los levantamientos y luchas de los movimientos sociales y pueblos indígena originarios en nuestro país, porque su andar está acompañado con la fuerza y la conciencia de wari, que sabe que tiene que buscar el bien del conjunto y no sólo de un sector o de un grupo.

En este proceso histórico decisivo para el futuro de nuestro país, es muy importante que los movimientos sociales y los movimientos indígena-originarios no pierdan el horizonte ni los principios de vida que han dejado nuestros abuelos y abuelas.

Si es que nos encontramos, cuidando, velando o luchando por intereses o el beneficio solamente de un grupo o sector, es que probablemente hemos sido contaminados por ese espíritu individualista que promueve el ser humano de pensamiento occidental. Al mismo tiempo nos hemos desconectado de wari, porque son espíritus que se excluyen entre sí; no son compatibles ni complementarios.

Saber vivir es mantenerse conectado a la naturaleza, porque la vida es una convergencia de fuerzas complementarias, eso es algo natural. No podemos aislarnos del conjunto porque nada existe de forma aislada en la vida, no hay ningún sueño aislado, particular o individual que pueda alcanzarse.

Más aún, el daño a tan sólo una parte de ese tejido que es la vida es el daño del conjunto, por lo tanto el daño a nosotros mismos. Recordemos los principios tan claros que nos han dejado nuestros abuelos y abuelas: “Si uno gana, o si uno pierde, todos hemos perdido”.

 

V o l v e r