Lo que está detrás del “periodismo independiente”

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A estas alturas de la historia de la humanidad resulta inútil pretender hacer creer a los usuarios (audiencias) que existe algún medio de comunicación ‘químicamente puro’, objetivo y que hace lo que sabe hacer: “periodismo independiente”.

periodismoResulta inútil pretender ocultar, por ejemplo, que en el caso específico de Bolivia hubo medios escritos, televisivos y radiales que estuvieron ligados a los gobiernos de turno tanto en dictaduras como en lo que fue la versión neoliberal de la democracia.

En el pasado nefasto de los gobiernos dictatoriales es sabido que no sólo medios, sino ‘periodistas’, fueron los vehículos para la persecución política y el encubrimiento de las atrocidades que se cometieron en el país, especialmente en el septenio banzerista (1971-1977-78).

En esta página oscura de la prensa boliviana, si bien hubo luchadores incansables y consecuentes por la libertad y la democracia, hubo también —y de manera cínica— complicidad y enriquecimiento ilícito de empresarios afines al régimen.

Es bueno anotar, además, que este fenómeno de la prensa ‘independiente’ al servicio de oscuros intereses se dio —y aún se sigue dando— en América Latina y otras partes del mundo.

El aliento a procesos conspirativos y antidemocráticos en Paraguay (golpe a Fernando Lugo), los sostenidos ataques a los gobiernos progresistas de Rafael Correa en Ecuador y la abierta filiación golpista de los medios de derecha en Venezuela son parte de una realidad objetiva, difícilmente ocultable bajo el ligero manto del ‘periodismo independiente’.

Así como las dictaduras ataron a los medios, es decir, comprometieron a los empresarios de los medios con sus políticas, el neoliberalismo hizo lo propio y los captó para instalar, en la llamada opinión pública, la validez —por ejemplo— de la privatización y la capitalización de las empresas del Estado, es decir el robo a los bolivianos.

Es más, dueños de medios de prensa aprovecharon el clima de negocios para beneficiarse y expandir sus medios hasta lograr una peligrosa —como nociva— concentración mediática.

Otro aspecto que no se puede tapar con un dedo y bajo ningún rótulo es que los medios privados no solo responden a intereses empresariales y políticos nacionales, sino que obedecen también a líneas que trascienden fronteras y, como en Bolivia, difunden ‘noticias’ contrarias al interés nacional, como es el derecho soberano al mar.

V o l v e r