El camino a la sabiduría es el camino hacia uno mismo, y ése es el camino hacia nuestra identidad

Fernando Huanacuni Mamani / Comunidad Sariri
Con la llegada del 21 de marzo llega la época del varón, la parcialidad del año que en aymara denominamos chacha pacha; un tiempo en que interactuamos con el cosmos, cesan las lluvias, el cielo se abre y podemos ver las estrellas. Esta mitad del año (tirsu) se hace descansar la tierra, porque además es una época seca (auti pacha) y fría (juipi pacha).

A partir de entonces guardamos los instrumentos que llaman a la lluvia y retomamos los sikus, que son los instrumentos que nos permiten interactuar con el viento, de hecho llamar al viento. En esta época, en el mundo andino se hace el chuño y la tunta, ya que se requieren de las heladas para poder procesar las papas destinadas a la elaboración de estos alimentos.

Tiempo de fríoEs en esta época también que se inician las actividades de hilado y tejido, tanto por mujeres como por varones, pero no solamente con el propósito de tener más prendas de vestir adecuadas para el frío, o para destinarlas a la venta, los abuelos y abuelas nos enseñaron a hilar y a tejer para ordenar nuestros pensamientos.

Partir de los compromisos asumidos en la fiesta ceremonia del yatir thaqi (el camino del yatiri), el 21 de marzo, comienzan también las peregrinaciones hacia nuestras wakas (lugares sagrados), una época de reflexión, de introspección, de buscar dentro de nosotros.

Es una época de preparación para finalizar el mara (año) hasta el 21 de junio, fecha en la que inicia un nuevo año. Esta preparación consistirá en evaluar todo lo que hicimos durante el ciclo que ya va concluyendo, qué resultados tuvimos respecto de nuestras expectativas y si no tuvimos resultados preguntarnos por qué.

Alrededor de los primeros días de junio se inician los rituales para llamarse el ajayu (ánimo, fuerza espiritual), ya que en cada lugar recorrido y tiempo transcurrido fuimos dejando una parte de nosotros, así que debemos ir recogiéndonos para iniciar completos la siguiente etapa.

Las culturas ancestrales sabemos que es muy importante acompañar los ciclos tanto de la Madre Tierra (Pachamama), como del Padre Cosmos (Pachakama); sólo entonces lograremos armonía, dado que no somos entes aislados no podemos aspirar únicamente a conseguir una armonía personal.

El ser humano occidental, al haber despreciado los saberes de los pueblos ancestrales y en su pensamiento desintegrado, haberse desconectado de los ciclos y por lo tanto de la armonía del multiverso, cree que puede “dominar a la naturaleza”, y a través de la tecnología ha visto la forma de producir alimentos el año redondo, independientemente de las condiciones naturales.

Pero en ese afán ha desordenado mucho; agotando y enfermando a la Madre Tierra, por lo que en muchos lugares tiene que recurrir a los fertilizantes para seguir produciendo, pero lamentablemente los alimentos que produce ya no tienen los mismos nutrientes, pero además tienen elementos nocivos para el mismo ser humano, dado que tiene que alterar genéticamente las semillas para obtener mejores resultados.

Retornar a nuestra identidad es retornar también a la sabiduría de nuestros abuelos y abuelas, quienes nos enseñaron a vivir en armonía con nosotros mismos y con la vida. No significa retroceder ni negarnos la tecnología; más bien buscar tecnologías que cuiden y respeten la vida junto a toda forma de existencia. Encontrar las alternativas y las respuestas que estamos buscando están más cerca nuestro de lo que imaginamos.

El frío intenso en este tiempo nos invita a recogernos y entrar dentro de nosotros mismos, como los abuelos y abuelas nos enseñaron: “el camino a la sabiduría, es el camino hacia uno mismo” y ese es el camino hacia nuestra identidad.

 

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