Luis Zambrano: El problema en la iglesia es que endiosan a los papas

Julio César Quijhua / losandes.com.pe
Revolucionario como pocos, entusiasta y alegre, el Padre Luis Zambrano, de la Parroquia Pueblo de Dios, de Juliaca Perú, abolió los pagos obligatorios desde hace aproximadamente 18 años; impulsa, asimismo, la preparación de las misas por los propios feligreses y celebra, con ahínco, el amor que ellos le tienen a la pachamama. En esta entrevista, entre otras cosas, nos habla de todo cuando debe significar la Semana Santa.

Padre Luis Zambrano. Foto: losandes.com.peLa Semana Santa es una oportunidad de cambio Es una oportunidad, también, para ser nuevas personas; para distanciarnos del amor al dinero, de la corrupción. Dios es el Dios del cambio; en el evangelio de Marcos se explica claramente. Esta semana es, pues, un momento privilegiado para volver a nosotros mismos.

Esta semana santa es un llamado para escuchar la voz de Dios, que viene desde la gente más pobre e, incluso, desde los que no creen en Él. Dios nos habla a través de todos, no sólo a través de un cura. Nos habla, especialmente, a través de los discriminados, de los pecadores. Ellos tienen la voz que necesitamos.

Todo lo bueno es horizontal. El amor tiene que ser horizontal. No debe haber dominador en nada. Nadie puede ser superior a nadie. El que da no puede ser superior al que recibe. Y lo bueno siempre es creativo, también; no es repetitivo. Lo que existe en nuestra iglesia es repetir cosas. Un sacerdote, mayormente, repite cosas y no es creativo.

A las personas que aman mucho, se les perdona mucho. A veces las personas creen que sólo deben dar, pero no es así. Debería ser diferente. Amar y dejarse amar: no hacerse el mártir. No hacerse superior por dar. Llegar al encuentro, a la fraternidad, a la palmadita al hombro. Eso nos hace más humanos.

He tenido muchas experiencias espirituales en esta parroquia. Por eso prefiero a gente que venga con fe a gente que venga por protocolo. Por supuesto, no desprecio a nadie, pero me gusta más un ateo que sepa por qué es ateo a mil personas que son católicos sin saber por qué.

El estado de la Iglesia, como institución, ha bajado muchísimo. Se debe a que los jerarcas se han separado de las bases y han tomado un estilo monárquico. Y otra cosa grave es que, desde el Vaticano, se ha nombrado a muchos obispos que no quieren saber nada con el pueblo pobre, que no plantean la palabra profética de Jesús.

Una profecía es, en nombre de Dios, denunciar lo malo de la sociedad y anunciar lo bueno: que puede haber cambio. La profecía no es decir cuándo se acaba el mundo. A Dios no le interesa que hayamos cometido un error, sino que luego de haber cometido el error, podamos decidirnos por el cambio.

No se ha perdido un gran papa con la renuncia de Benedicto XVI, nada; al contrario, se ha ganado todo. Él ha desmitificado el papado. El papa no es un monarca, es un servidor. El título más hermoso que tiene el papa es el de los primeros años, que lo nomina como el “siervo de los siervos de Dios”.

Con el papa Francisco existe una esperanza. Todos los gestos que ha hecho nos dan fe. Pero son sólo gestos. Cuando escoja a sus colaboradores se verá, realmente, cuánto quiere cambiar la iglesia. Y el que sea latinoamericano no basta. Lo que se debe notar es gente que quiera el cambio; que haya obispos proféticos, que nos los margine.

Ojalá los siguientes papas, todos, renuncien. El problema en la iglesia es que endiosan a los papas. Eso se llama papolatría. Es malo llamarlo “santo padre”. ¿Por qué “santo padre”? Se equivocan en ese sentido.

Con el tiempo, el pueblo debe escoger a sus obispos. Eso lo han quitado desde el siglo XIII. Ocurre que estas elecciones, ahora, se hacen desde una élite. Ellos están imitando a los poderes mundanos, diríamos. No hay una especie de ejemplo. Estos cambios deben hacerse más por ser más humanos y más evangélicos, no tanto por recuperar el sitial de la iglesia.

La vida eterna y el cielo no deben hacernos olvidar la tierra. Siempre hay diversas opiniones. Eso es normal. El problema es cuando una opinión se hace dominadora. Hay una opresión de la mayoría que, con el tiempo, genera una pugna de intereses. Cuando un grupo domina la única perjudicada es la iglesia.

Las divergencias entre la iglesia y las tradiciones andinas no son impedimento para ser un pueblo unido. Yo estoy entre aquellos que no sólo respetan las costumbres de esta parte de la región, sino que las saborea. Yo agradezco a Dios por haber dejarme estar treinta años donde están estas grandes culturas. ¿Cómo no va a ser un valor amar a la pachamama? Puede que ser que alguno idolatre. ¿Y qué pues? No le veo el conflicto. Algunos dicen paganismo. Pero ¿qué cosa es paganismo? Más bien el título del papa es pagano. Cuando le llaman “romano pontífice”, incurren en el paganismo. Hay una contradicción en esa gente que critica nuestros ritos y no empieza a criticar ese título pagano que le han puesto al papa.

Jesús sigue sufriendo en las madres abandonadas y maltratadas. Y en los enfermos abandonados, en los abuelitos, en los obreros de las minas que malogran sus pulmones. Jesús sigue sufriendo en la pachamama, que es terriblemente explotada.

La Semana Santa nos pide no permitir ese sufrimiento, que seamos gente que lucha por la honradez, por la justicia, por lo bueno, por el cariño, por el respeto. Si no, es pura ñanga. Es como recordar un ser histórico y nada más. Y Jesús no es eso; Él es un ser presente y transformador de nuestras personas.

El cristianismo no es fácil. El que realmente sigue a Jesús, sufre. Si uno hace algo distinto, lo ven mal. Pero seguirlo nos llena de un gozo incomparable, un gozo que pocos podrían explicar. Luego, debemos entender que la resignación no viene de Dios. La biblia es un llamado al cambio, a mejorar.

Un padre verdadero es aquel que pide consejos de su hijo. Y al revés: un hijo es realmente hijo cuando da consejos a su padre. Los jóvenes pueden enseñarnos mucho. Y los niños más: ellos nos enseñan con sus preguntas.

El crecimiento de nuestro país depende de cada uno de nosotros. La vida de la iglesia, lo mismo. Aprendamos a ser críticos de la sociedad; aprendamos a ser críticos de la iglesia.

V o l v e r