Castigos de fin de año

Édgar Arandia
Durante la Colonia, para establecer el derecho propietario de un inmueble se debía obtener el Derecho Real, es decir que los reyes de España avalaban tu derecho a la tenencia de una casa o un terreno, de otra manera, los ancestros de los lo-teadores actuales se hacían con tu propiedad y debías gastar las suelas de tus escarpines sufriendo un eterno calvario, con la ilusión de rescatar un espacio en este mundo para edificar tu chu’jlla.

Ya en las administraciones coloniales, los pendolistas funcionaban como los qillqiris o abogados firmiris y tramitadores, especímenes que conocen y tienen “sus amistades” en las instituciones del Estado.

El florecimiento de estos tiene su origen en el desorden de aquellos pretéritos tiempos que no difieren mucho de los actuales, aunque hay que reconocer que algunas reparticiones del Estado han mejorado la atención al público; sin embargo, los Derechos Reales está entre las peores instituciones que tiene a su cargo el Consejo de la Judicatura, creado por Ley N° 1817, del 22 de diciembre de 1997, en el gobierno de Banzer.

En1995, con financiamiento del Banco Mundial, se puso en marcha el Proyecto de Fortalecimiento de Derechos Reales y se encomienda (1998) al Consejo de la Judicatura la ejecución del componente, con el propósito de modernizar el registro de derechos reales.

Para lograr el milagro se debían realizar cinco tareas básicas, entre ellas: adoptar una técnica registral acorde con las necesidades de la institución, ya que está desde 1887, ¡más de un siglo! trabajaba bajo la técnica del Folio Personal que involucraba un registro, además de cronológico, de la persona participante en algún contrato que requería proteger derechos reales mediante publicidad, centrándose el asunto en el área urbana y descuidando el área rural.

Con la cantidad de registros en aumento —sobre todo en el área urbana— registrar se volvió una dificultad porque perseguían al inmueble y no así al propietario, por eso se cambio a la técnica del Folio Real que consiste en centralizar las transacciones con relación al inmueble. En 1998, el Consejo de la Judicatura adopta la técnica del Folio Real en todas las oficinas de Registro de Derechos Reales.

Otra de las tareas era: Diseñar y aplicar un procedimiento único nacional, lo que acontece hasta ahora, es decir, usted puede sufrir en Pando o Tarija con los mismos laberintos. También estaba la codificación única nacional sobre inmuebles, la elaboración de asiento de la Técnica de Folio Real con todas sus normas que conforman un código secreto solo para expertos.

Bien, habrá una segunda etapa que no sabemos si fue implementada o no, pero lo cierto es que los abotectos, (cruce de abogado con arquitecto) arquibogados (cruce de arquitecto con abogado) y tramitadores pululan como hongos porque; solo ingresar a este laberinto ya es una hazaña y salir de él, un tormento.

Cada día que paso enfrente de esta institución me tiemblan las rodillas porque ya me vencieron con un trámite, y como un castigo del Niño Jesús todo parece indicar que debo volver, pero ¡Qué hago! No tengo tiempo para estar de pie toda la mañana y la tarde, sufriendo lluvia, calor y frío. Por si esto fuera poco, cada fin de año hay que sacar la roseta de la revisión técnica de los automotores públicos y privados.

CoimaHace más de dos semanas se me ocurrió hacerlo, por supuesto, haciendo una interminable cola. Como debo trabajar, renuncié para otro día y cuando, luego de tres horas de espera, llegó mi turno, el mecánico en versión Rigucho me dijo que mi cochecito no tenía suficiente aceite y que debía volver a la interminable fila para que me otorgara la roseta.

¿Que quería el Rigucho de la plaza Villarroel? ¡Coima! Pasado el mediodía, muchos conductores desesperados perseguían al regordete que, coludido con el policía, otorgaba las ansiadas rosetas luego de recibir su coima y repartirse entre sus cómplices.

¿Será tan difícil resolver estos problemas recurrentes en que burocracia y corrupción van de la mano? Como las mayorías no somos amigos de Sean Penn ni de senadores del Imperio, nadie nos hace caso, porque son minucias, pero son parte del Buen Vivir.

V o l v e r