A los valerosos guerreros mapuches

Fernando Huanacuni Mamani / comunidad Sariri
Nos encontramos profundamente conmovidos e indignados por la muerte de nuestro hermano mapuche Rodrigo Melinao, ocurrida este martes 6 de agosto en Chile. De apenas 26 años de edad y que, como muchos hermanos mapuches, estaba firme en la lucha por la defensa de su tierra y territorio.

Mapuches

Había sido juzgado y sentenciado por “leyes terroristas” a cinco años de prisión, pero no por haber cometido algún delito, sino por defender el derecho ancestral que tiene el pueblo mapuche de conservar sus tierras.

Ni occidente, ni los gobiernos neoliberales, ni los que ahora se denominan latinos pueden entender que no se trata solamente de inclusión o de reconocimiento cultural hacia los pueblos indígenas originarios, se trata de darse cuenta de que somos seres humanos, que tenemos derechos como todos y que hay un gran error de la historia que hasta el día de hoy continúa sustentando el despojo cometido a las naciones originarias de Abya Yala. Cuando llegaron los europeos a nuestras tierras en 1492, fueron muy bien recibidos, pero ellos bajo la premisa de que éramos inferiores se apoderaron de nuestras tierras, de nuestras vidas y de las vidas de nuestros hijos.

Mucha gente piensa que los 500 años o que la Colonia ha finalizado, pero no es así, porque las repúblicas coloniales tampoco han resuelto ni resarcido ese atropello, más aún le han dado continuidad, porque eso sigue ocurriendo en la actualidad.

Cuando a Bolivia llegaron de Yugoslavia, de Croacia migrantes que se apoderaron de muchas tierras y todavía creen tener el derecho de venir a cercenar nuestro país, a dividir y a confrontar. Pareciera que son temas resueltos pero no lo son, y un claro ejemplo de eso, es el pueblo mapuche que no lucha sólo por contraponerse políticamente o por ganar nuevos espacios, su lucha es cuestión de vida.

Por ese virus, por esa enfermedad que no conoce el respeto, muchas generaciones han pasado hambre, han sido negados sus derechos, echados de sus propios territorios; nos han robado y sustentado luego sus derechos en ese robo.

Nos duele como padres escuchar que siguen siendo encarcelados y asesinados tantos hijos, pero lo que más nos duele es que hasta ahora la gente no se da cuenta y sigue creyendo que todo eso está justificado.

Obviamente la prensa no da cobertura a estos hechos, no le interesa, porque la prensa está al servicio de estos gobiernos coloniales, a quienes sólo les interesa el poder y el dinero, aún a costa de la vida de otros.

Son muchos los que han muerto; muchos hijos, hermanos, padres, abuelos y la muerte de Rodrigo precisamente en agosto, el mes de la Pachamama, nos llama a darnos cuenta de que nuestra lucha no ha terminado, nos llama a mantener la resistencia y a buscar la forma de articularnos entre todos los pueblos indígenas del continente.

La Pachamama está de nuestro lado porque muchos han dado su vida y aún hoy nuestros hijos siguen ofrendándole su sangre en nombre de la vida. Quienes creen que nos van a acallar matándonos, están equivocados. Somos, como dijo nuestra hermana kichwa Blanca Chancoso, “como la paja del páramo que por más que se la arranque, vuelve a crecer”.

Nosotros no morimos, nosotros trascendemos; somos la montaña, somos el árbol, las piedras, somos Pachamama (Ñuke Mapu en lengua mapuche). Estas muertes sólo nos hacen más fuertes, porque nos reorientan y hacen crecer la fuerza del río.

No queremos reconocimiento, pues “reconocer” tiene una implicancia aún de querer mirar de arriba para abajo, queremos volver a construir, pero esta vez basados en el respeto al otro, necesitamos primero transformar los estados, para luego recuperar nuestros territorios ancestrales.

Así como en lengua aymara decimos sumaqamaña, en lengua mapuche decimos Kyme Mogen, que significa vivir bien; queremos reconstituir nuestros derechos, y nuestro primer derecho es a tener tierra y territorio, el derecho a organizarnos, el derecho de transmitir la sabiduría ancestral a nuestros hijos, reconstituir nuestra espiritualidad, nuestras formas de vida y de pensamiento; eso es vivir bien para nosotros: reconstituir nuestra plenitud como pueblos.

Tenemos que articularnos, entrar en una nueva etapa como movimiento, comprender que no sólo es la lucha del pueblo mapuche, es nuestra lucha; la lucha del movimiento indígena originario del continente, que como ríos subterráneos retoman su cauce para convergir en un gran océano de dignidad. ¡Sigamos caminando valerosos guerreros mapuches!

V o l v e r