Paradójicamente la obra de Fausto Reinaga es más leída y conocida en el exterior que en el país

Esteban Ticona Alejo
Del 19 al 21 del presente mes, se realizó el Primer Congreso Internacional sobre el pensamiento de Fausto Reinaga (1906-1994), conmemorando los 20 años de su muerte.

Pese a haberse desarrollado en una semana de mucha actividad cultural, y a la par de otros eventos con propaganda (por ejemplo la RAE del Musef o la visita de David Harvey), el congreso fue un éxito total. Los tres días estuvieron abarrotados de mucha gente, incluidos los visitantes de México, Argentina, Perú, Chile, Puerto Rico, España y Japón, entre otros.

Recuerdo que Reinaga en alguno de sus libros se quejaba de cómo la prensa es un “gran silenciador” de los temas e ideas indias, y creo que ese cuestionamiento funcionó perfectamente para el evento citado, pues fue notorio que la prensa escrita y otros medios radiales y televisivos (a excepción de RTP), prácticamente ignoraron o no quisieron dar cobertura al citado congreso, ¿por qué?

En la inauguración del evento, el vicepresidente Álvaro García Linera manifestó que el libro La Revolución india (1970) de Reinaga le cambió la  vida y su forma de pensar. Hilda Reinaga, la cuasi hija de Fausto, manifestó que paradójicamente el autor de El pensamiento indio (1991) es más leído y conocido en el exterior que en el país; lo cual es absolutamente cierto, pues investigadores de Argentina, Chile, Ecuador y México realizaron indagaciones profundas sobre su pensamiento, y varios de estos trabajos fueron publicados.

A pesar de que Reinaga en vida publicó 32 libros, aún quedan muchas de sus ideas por difundirse, y el congreso fue la oportunidad para presentar su autobiografía, titulada Mi vida, de casi 400 páginas, obra originalmente escrita en dos volúmenes y editada por Hilda Reinaga. Asimismo, con el título Indianismos se presentó parte de la correspondencia entre Fausto Reinaga con activistas y escritores de Perú y México; concretamente con Guillermo Carnero Hoke y Guillermo Bonfil Batalla, compilada por Fabiola Escárzaga.

Además, el congreso permitió conocer a varios de los amigos de Fausto, como Mario Urdinenea, quienes dieron su testimonio sobre algunos pasajes de su vida, o simplemente cómo influyó en grupos nacionales, por caso, el histórico quinteto Ruphay, rememorado por Pedro Andrade.

Fue también la oportunidad de que prestigiosos intelectuales de varios países del gran AbyaYala o América nos visiten, como Nelson Maldonado, Fabiola Escárzaga, Gustavo Cruz e incluso connotados artistas como Martina Portocarrero, quien nos deleitó con huayños del Perú y nos hizo recordar viejas canciones de los años 80 y 90, como La flor de la retama y otras melodías.

La presencia de algunos representantes de organizaciones sociales del Perú, el caso de las Micaelas (Bastida) de Cusco, o el movimiento aymara de Chile, encabezado Cornelio Chipana, son dignas de mención. Pero destaco sobre todo la presencia masiva de jóvenes provenientes de nuestras provincias, vinculados a las universidades indígenas, la UPEA y la UMSA, quienes le dieron un marco impresionante y que permitió el diálogo entre las distintas generaciones.

En el encuentro se conversó sobre varios temas, se presentaron ponencias y se recogieron testimonios y discusiones especializadas vinculados a la filosofía, la educación, la política, entre otros.

Después de vivir el congreso, lo que queda es mucho por hacer, ya encaminados hacia el segundo congreso internacional, previsto para 2015, y a leer, releer, estudiar y pensar sobre el legado de Fausto para el mundo y sobre todo para estos tiempos de cambio que vivimos.

Fausto Reinaga jach’a lup’iwinakapaxa jakaskiwa, k’ajaskiwa, anqa markanakurawa purintaski juk’at juk’ata. ¡Jallalla!

V o l v e r