La nefasta visita de Felipe VI al Perú

La nefasta visita de Felipe VI al Perú
Colonialismo-Felipillos

Javier Cortines / kaosenlared.net
Pedro Castillo: Durante milenios nuestros antepasados convivieron en armonía con la naturaleza (…) Eso fue así hasta que llegaron los hombres de Castilla que, con la ayuda de múltiples «felipillos», lograron “la hazaña de la conquista” (ceremonia de investidura del 28 al 30 de julio)

La monarquía española, restaurada por Francisco Franco, sufrió un nuevo varapalo del presidente electo del Perú, Pedro Castillo, quien mostró su desagrado por la presencia de su majestad Felipe VI, a quien comparó con “los felipillos” que destruyeron la identidad, histórica y cultural, de los pueblos que habitaban “el continente sin nombre”.

El Rey, que asistió a la toma de posesión del nuevo mandatario peruano (a finales de julio) se topó con un Pedro Castillo resentido, y con razón, con la corona española y varios siglos de colonialismo hispano que pusieron a su pueblo de rodillas, impusieron a un dios extranjero, a golpes de espada y cruz, y “abrieron las tripas de millones de nativos”.

El maestro rural dijo en su discurso de investidura, pronunciado en el Congreso, que ha llegado el momento de afrontar el problema de las castas  y las diferencias que comenzaron “con la era colonial, y que aún persisten”.

“Los tres siglos en los que este territorio perteneció a la corona española, los colonizadores explotaron los minerales que sostuvieron el desarrollo de Europa, en gran parte con la mano de obra de los abuelos de muchos de nosotros”, enfatizó Castillo, un izquierdista de 51 años, que venció en el último duelo electoral a la derechista Keiko Fujimori.

El presidente resaltó que “durante milenios nuestros antepasados convivieron en armonía con la naturaleza …Eso fue así hasta que llegaron los hombres de Castilla, que con la ayuda de múltiples «felipillos», lograron “la hazaña de la conquista.”

Con su alusión «a los felipillos”, ante las narices de un incrédulo y mosqueado Felipe VI (quien parecía haber caído en una trampa de Podemos) Pedro Castillo “se refería a los indígenas que traicionaron a su pueblo”. (Aquí conviene señalar que Francisco Pizarro bautizó a un intérprete nativo con el nombre de “Felipillo”).

El nuevo mandatario, quien dijo que no se instalará en el Palacio de Gobierno (que será cedido al Ministerio de Cultura) afirmó que se empeñará en una justa distribución de la riqueza, que se reformará la Constitución, que se impulsará la minería y se aumentarán los presupuestos en educación y agricultura.

Mientras los partidarios de Castillo celebraban su victoria en diversas plazas del país, algunos corresponsales extranjeros, entre ellos de TVE, hablaban de los coloridos trajes tradiciones de las peruanas y peruanos, que se han convertido en una auténtica atracción turística.

Conviene recordar que las nativas del pueblo llano del “continente sin nombre” vestían con pocas prendas (como las antiguas egipcias) y que no tenían ningún pudor en mostrar su torso desnudo. Para ellos no existía la noción de pecado hasta llegaron los dominicanos, franciscanos, etc. “con la misión de vestir a los indígenas como Dios manda”.

Sobre lo anterior dice Galeano:
“Los turistas adoran fotografiar a los indígenas del altiplano vestidos con sus ropas típicas, pero ignoran que la actual vestimenta indígena fue impuesta por Carlos III a finales del siglo XVIII. Los trajes femeninos que los españoles obligaron a usar a las indígenas eran calcados de los vestidos regionales de las labradoras extremeñas, andaluzas y vascas, y otro tanto ocurría con el peinado de los indios, con raya en medio, impuesto por el virrey de Toledo”.

Sobre la plata y el oro extraída por los españoles agrega nuestro autor:
“Entre 1503 y 1660, llegaron al puerto de Sevilla 185.000 kilos de oro y 16 millones de kilos de plata. La plata transportada a España en poco más de siglo y medio, excedía tres veces el total de las reservas europeas”.

Moraleja, cuidado con los “felipillos”. En cualquier lugar puede haber un traidor que, por dinero, pierde su orgullo y su honor.

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